Hola de nuevo:
Con la batucada naranja aún resonando en mi cabeza y los
colores del 15 S en mi retina, adapto mis ojos con apatía al blanco y negro más bien NO-DO de la realidad.
La euforia post-manifestación se ha desintegrado en la antimateria, así, a lo ¡chas y aparezco a tu lado!, gracias, como siempre, a lo mismo, y, lo peor, a los mismos.
Esta vez los agraciados han sido mis quince compañeras y compañeros de los
Equipos de Tratamiento Familiar. Para quienes no conozcan el tema, los Equipos de Tratamiento Familiar son equipos interdisciplinares que trabajan con familias con menores en situación de riesgo y suponen un peldaño intermedio entre los servicios sociales comunitarios y los servicios de protección de menores.
Estos equipos realizan una importante y difícil labor. Importante porque atienden a familias que están al borde de la exclusión o de la retirada de sus hijos o ambas cosas. Difícil porque sufren el "efecto sandwich" propio de aquellos que realizan prevención secundaria: reciben presiones por parte de los servicios sociales comunitarios, deseosos como estamos de "endosarles" las familias y por parte del Servicio de Protección de Menores al que las retiradas de menores le producen sarpullido.
Diputación de Almería mantiene estos equipos, cinco, en municipios de menos de veinte mil habitantes, con la financiación que reciben a través del convenio con la Junta de Andalucía. Teniendo en cuenta que el convenio no cubre la totalidad de los sueldos, históricamente
la Diputación ha mantenido la buena práctica de igualar los sueldos de estos equipos a los del resto de compañeros de la casa, dado que todos somos hijos e hijas de la ley de bases.
Pero la creatividad desconoce fronteras y la lucha partidista aún menos. Se tenía que renovar el convenio y la Diputación ha aprovechado la coyuntura para atacar a la Junta por deberles dinero del convenio anterior. Amenazaron incluso con echar a los equipos si no se les pagaba antes del día 20, fecha de renovación de los contratos. La Junta pagó. Ya les habían bajado el sueldo a la firma del convenio anterior, un 37 %. Ahora un 15 % más. Sí, sí, no me he vuelto loca; quizás no esté dando el dato exacto, pero es que no lo tienen ni ellos (los trabajadores, digo).
Se les citó ayer, dia 20. Se les explico que la Diputación no podía hacer frente a tanto gasto. Se les dió una hora para decidir.
Si firmaban, aceptaban las condiciones. Si no firmaban, estaban renunciando a un contrato, por lo que ni siquiera podían acogerse a la prestación por desempleo, es decir, el paro de toa la vida.
Mis catorce compañeras y compañeros (más la única que tiene el puesto fijo) están atravesando un infierno laboral y personal. No pueden hacer nada, dicen los sindicatos, porque todo es legal.
La reforma laboral es legal. Los sueldos de asesores, gerentes de empresas públicas y demás chupópteros son legales. El recurso contra la ley homosexual es legal. El rescate es legal. La inyección a Bankia es legal. La subvención a la iglesia es legal. La manipulación mediática es legal. La acumulación de sueldos de Cospedal es legal. Todo es legal. Hasta la llegada de Hitler al poder en 1933 fue legal.
Será legal pero no es justo. No lo es. Efectivamente,
mis catorce compañeros no podrán litigar por su sueldo, pero no es justo. No es justo que en una misma administración haya trabajadores de primera y de segunda. No es justo que gente preparada y formada cobre una miseria (tampoco lo es que la cobren los obreros, ojo). No es justo.
También hubiese sido legal suspender el convenio y que esas familias que son atendidas por estos equipos desde hace años pasasen a ser atendidas por los servicios sociales comunitarios. ¡Un momento! he dicho la palabra mágica: familia. ¿Son esas las familias que tanto defiende y por las que MA-TA el Partido Popular?. Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión. Lo que me trae hoy aquí es una reflexión que seguramente tú también habrás hecho: porque lo legal no siempre es lo justo ha llegado el momento de dar un paso al frente.
O luchamos juntos, o nos ahorcan por separado. A menos, claro, que tengamos
los ovarios el valor de Rosa Parks. Yo no lo tengo y por eso te ruego que salgas a la calle conmigo.
Y lo mejor ¿qué pasaría si todos nos convirtiéramos en Rosa Parks?
Fragmento de la entrevista a Federico Mayor Zaragoza en el programa "Salvados"
3 Comentarios
Por esa misma razón debemos ser millones, para que la policía no dé abasto y no nos pueda moler a palos a todos, como sucedió con los pobres ciudadanos manifestantes de ayer. ¡No a la represión!
Gracias a ambas personas por comentar.
Pon una Rosa Parks en España y visto lo de ayer, la corren a palos. ¡¡¡No a este Estado de Sitio y de miedo!!!
Fantástico como siempre