Abrir el blog tras tres meses sin escribir da mucho vértigo. En un principio pensé en escribir una entrada amable, animando(nos) a comenzar la nueva etapa laboral con energía ¡Pues no he podido! Y es que tengo un run rún dentro que no me deja acometer tan loable empresa, es el caso Juana Rivas. Bueno, más bien el caso Francisca Granados.
No entro a juzgar si son jurídicamente acertadas las decisiones de Juana Rivas (que ya lo ha hecho media España por mi) aunque obviamente tengo mi propia opinión, a grandes rasgos la que sigue: Si viviésemos en un estado de derecho estaría diametralmente en contra de la decisión de Juana de huir con sus hijos, sin embargo, en un estado cuasi-fascista, machista y bananero como el que padecemos suscribo las archiconocidas palabras de Gandhi, cuando una ley es injusta, lo correcto es desobedecer.
Desconozco si la actuación de la directora del Centro de la Mujer de Maracena durante los hechos es la adecuada; no sé si es abogada, solo licenciada en derecho o ninguna de las dos cosas, no tengo ni idea de si está ayudando o perjudicando a Juana Rivas. No manejo ni suficientes elementos de juicio ni poseo los suficientes conocimientos de derecho, por lo que no me siento capacitada para valorar su actuación profesional, si es que es tal. Pero hay algo que me escama. Bueno, más bien me cabrea.
Me cabrea la campaña orquestada por los lobbies del tea-party cañí para darle caña de España con saña y maña a Francisca Granados. Que lo digo y lo redigo, que lo mismo esta asesora asesora mú malamente y mismamente tendría que estar asesorando a lechugas (aunque pobres lechugas, qué habrían hecho ellas para merecer eso). Que igual sabe de derecho lo mismo que yo y fíjate tú en el follón que estará metiendo a su asesorada.
Como te digo una cosa te digo otra y mira tú que igual Juana Rivas tiene criterio propio, porque abogados le habrán salido a patadas, y de hecho los tiene, además de la controvertida asesoría legal de Francisca Granados. En otras palabras, supongo que Juana tiene derecho a decidir por quien dejarse aconsejar ¡incluso a equivocarse!
Me cabrea que se tache de histriónica la intervención de la asesora legal de Juana Rivas porque no sabría decir si lo es y puede, tan solo puede, que las profesionales debiésemos mojarnos más en ciertos casos; por otra parte, lo más indigno es el uso de este bonito apelativo, exclusivamente cuando se trata de mujeres, ya que el histrionismo es una característica femenina, como todos sabemos. Por no hablar de sus oscuras intenciones (que daría para otro análisis). Minucias todas teniendo en cuenta que previamente ya hemos tachado de irresponsable y veintisiete cosas más a la propia Juana ¡Come on, there's no limit!
Me cabrea que seamos las propias mujeres las que sigamos el juego a los cristofascistas (expresión de Shangai Lily que hago mía) y estemos contribuyendo, hermanas, todas, a centrar el debate sobre si la asesora es letrada o comercial de Thermomix, que no digo yo que no sea importante el asunto y que no tenga consecuencias, que las tendrá, también para la propia Francisca Granados. Que mi dicho, o más bien mi escrito es clamar, a riesgo del más que probable apedreo general, que más importante será evitar el retorno de dos criaturos a Italia con un tipo CONDENADO por maltrato, así que lo prioritario sería, digo yo, poner el grito en el cielo denunciando leyes permisivas acerca de la convivencia de menores con malnacidos, porque un maltratador es un malnacido. Bueno, más bien un cabr…
Dicho esto, lo que más me cabrea es que las mismas mujeres que nos las damos de pro-fe-sio-na-les y nos lanzamos al cuello de Francisca Granados por su supuesta mala praxis, intrusismo o lo que demonios sea (y castigo tenga si así fuese), aplaudamos y compartamos tan ricamente en redes sociales los consejos (inserten risas enlatadas) de, por ejemplo, Emilio Calatayud, muy buen juez, muy campechano como aquel (que fijate tú por donde nos salió la campechanía), taaaan entrañable Calatayud que nos lo llevaríamos a casa, eso sí, con los mismos conocimientos de terapia familiar que yo de física cuántica. O del chico este del programa Hermano Mayor ¿Profesionales del ramo? No, pero oye, haciéndose de oro dando charlicas cuñadas bien remuneradas por los ayuntamientos de media España. Y tan contentos.
Claro que ellos dos son hombres. Francisca Granados es mujer.
Que continúe el degüello. Podéis seguir con el mío, el cuello, digo.
2 Comentarios
Hola, Luis, gracias por comentar. Sí, básicamente estoy de acuerdo contigo, aunque me pregunto qué hubiera sido del caso sin el circo de tres pistas, pero vaya, lo mediático siempre convierte en blanco y negro lo gris, y este caso, como la mayoría, tiene muchos grises. En todo caso, mi entrada no va dirigida a aplaudir la intervención de Francisca Granados que es, cuanto menos, discutible, lo que he tratado de denunciar, no sé si con éxito o no, es el acoso y derribo al que se la ha sometido, independientemente de que haya sido merecido o no. Me jode, y uso esta palabra con intención, este escrutinio, especialmente por parte de mujeres y me jode aún más el argumento de la profesionalidad o no si paralelamente estamso aplaudiendo actuaciones de cuñaos de lo social, que abundan cada vez más. Besotes.
Con toda cautela yo sí quiero opinar algo del asunto ya que me lo pones en bandeja.
Tampoco entraré en el fondo de un asunto que desconozco, aunque todo apunta a que desde el plano judicial (justo o no justo) el asunto es y era bastante claro desde el inicio.
Donde sí voy a entrar es en lo peligroso e inconveniente de la sobreexposición pública para este tipo de casos. Quiero imaginar que la decisión de exponer el caso ante los medios haya sido tomada por la afectada con plena consciencia de que se podía convertir -como ha sido- en un culebrón de verano.
La estrategia de desnudar el asunto públicamente supongo que en busca de "apoyo social", en la que ha jugado un papel protagonista la asesora Granados (como "portavoz" de la afectada) es en mi opinión claramente inconveniente porque:
a) los medios de comunicación hacen análisis de trazo grueso. Se busca un titular (quién es bueno y quién es malo) y no se atiende generalmente a los matices. Los matices son importantes.
b) una vez cuentas la historia al mundo te acabas de convertir en blanco de tertulias de todo signo. Nada hay menos fino en el análisis que esas tertulias devoradoras de historias ajenas. Es como los "posados" de verano. Una vez te han hecho la foto es totalmente legítimo (¿?) que opinen sobre tu lorza, aunque la intención sea claramente cotilla, dañina y nada informativa.
c) TODO el mundo se ve entonces en la obligación de opinar aunque no tenga ni puta idea del asunto (en este caso el amplificador de los medios ha sido tan potente que incluso la Presidenta andaluza, el Ministro del Interior o el mismísimo ¡Rajoy sin plasma! se han visto en la obligación de pronunciarse.
d) El debate entonces se pervierte y lo que pretendía ser una ingenua y sana intención de abrir un debate público sano sobre un asunto de interés, acaba poniendo el foco en cuestiones accesorias. (Es decir: si te cae bien o mal Francisca Granados frente a si la protección jurisdiccional a una mujer maltratada debe/puede ser transfronteriza o si el cumplimiento de una pena como maltratador, violador o terrorista no debe ser considerada una rehabilitación social).
e) Hay un peligro tremendo para las portavocías. Verte con 20 micros y 10 cámaras delante en una rueda de prensa para hablar de un "caso" que estás acompañando como profesional es una situación muy difícil de gestionar con mínima solvencia y sin traicionar finalmente al usuario. Las preguntas no irán dirigidas a esclarecer la verdad sino a generar un titular. Al final la narradora (portavoz) se convierte en protagonista del relato y (quiéralo o no) acabará poniendo de su cosecha.
Finalmente, el hipotético beneficio de lograr el apoyo social a un caso concreto se convierte en un circo de tantas pistas que es ingobernable. Yo nunca lo haría. El balance final es peor para la protagonista y llegarán septiembre y octubre y la historia se perderá como lágrimas en la lluvia…
Mojarse con el usuario -en mi opinión- tiene otros caminos profesionales. La sobreexposición en los medios no es un camino aconsejable porque tiene más peligros y desventajas para la usuaria que efectos beneficiosos.
Posiblemente se impute a la asesora por encubrimiento o por obstrucción a la justicia y tengamos así otro culebrón abierto. Juana tendrá que cumplir sí o sí con las autoridades judiciales italianas y yo no veo el beneficio de todo esto por ningún lado.
Ojo con colaborar con la instrumentalización los casos. Aunque no fuera la intención… se acabará haciendo.