5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
22 de marzo de 2020 / 4 Comentarios
Este parón en la actividad económica encima va a recaer sobre los ya sobrecargados hombros de la clase trabajadora. Qué poquito ha tardado Inditex, es decir Amancio Ortega, en anunciar un ERTE. Él solo acumula 76,7 billones de dólares siendo el quinto hombre más rico del mundo. Y todavía pedirá ayudas al estado. Qué bueno don Amancio que ha donado mascarillas. Debería darle vergüenza si la tuviera. Según parece ha dado marcha atrás, a ver hasta cuando...
María José Aguilar está publicando en su blog una serie de recomendables entradas sobre la contribución del trabajo social en la crisis de la pandemia. En la primera de ellas, afirma:
La buena práctica profesional es la que incluye dos elementos: la producción de relaciones, interacciones y vínculos sociales y el fomento de una participación que reconoce a las personas atendidas el estatuto de autores y coagentes (...)
La naturaleza de nuestra profesión siempre ha sido relacional, no prestacional. La empatía permite compartir la fragilidad y vulnerabilidad que une a intervinientes e intervenidos, en un proceso de reconocimiento mutuo e implicación activa, que es el único camino cierto para generar confianza en el sujeto y para ser capaces, como profesionales, de reconocer sus capacidades y potencialidades, sus fortalezas y posibilidades de actuación.
Propongo una relectura del párrafo cambiando el foco sobre las personas atendidas hacia las propias profesionales. Las trabajadoras sociales manejamos valiosas teorías y escribimos hermosas palabras sobre el respeto y la calidez hacia las personas que atendemos, sin embargo no somos capaces de trasladar lo que propugnamos para nuestra clientela a la relación con otras profesionales, colegas de profesión o no.
Afirma Ainhoa Berasaluce: Las trabajadoras sociales somos capaces de organizarnos y reivindicar mejoras para la consecución del bienestar de los demás (...) Sin embargo, debido a la socialización de género, no nos sentimos bien reivindicando derechos o intereses profesionales, aunque motivos no nos falten. No sé si esto tendrá que ver con las dificultades en la relación entre profesionales, lo que sí sé es que es necesario aprovechar la pandemia del coronavirus como una oportunidad para mejorar el desempeño y la relación entre profesionales.
Para ello apelo a la responsabilidad profesional, que la hay, como ya escribí en mi columna para el diario El Común, titulada La liga de los profesionales extraordinarios. Invito en estos momentos de calma impuesta a realizar una revisión de nuestra actitud con respecto a las relaciones interprofesionales, dentro y fuera del nuestros equipos. Si lo peor está por venir, como así parece, debiera cogernos reflexionadas de casa.
Cuando la ola de emergencias, desprotección y exclusión golpee con toda su fuerza contra nuestro ya de por sí desvencijado muelle, del puerto que sea, tendremos que sentarnos juntas. Habremos de poner toda nuestra inteligencia y creatividad encima de la mesa, que la hay, y generar conocimiento colectivo. Nos veremos obligadas, más que nunca, a arrimar el hombro, a remar en la misma dirección por el bien común y a revisar todos nuestros presupuestos si queremos sacar esto adelante.
Somos esenciales, el gobierno así lo ha decretado. Fantástico. Demostrémoslo, no solo en nuestro trabajo con la ciudadanía del que no albergo ninguna duda. Es la hora de la profesionalidad con mayúsculas, del compañerismo, es decir, de la colaboración y coordinación en pro de la ciudadanía ¿Cómo? En primer lugar en el estar.
Es vital estar presentes. Acompañar, gestionar y tramitar. No me cabe duda de que así se está haciendo. El modo de estar presentes es lo de menos, lo importante es estar. Ni héroes ni villanos. Atendiendo vía telefónica durante el confinamiento y aparcando la presencialidad solo en los casos en los que sea estrictamente necesario. Estrictamente necesario digo. Lo escribe la coordinadora de una entidad tutelar de personas adultas. Nadie sabe hasta qué punto es necesaria la presencialidad en mi negocio. Nadie excepto quienes también trabajáis en entidades tutelares. Vaya, por cierto, un cálido abrazo para vosotras.
Vaya también mi más cálido reconocimiento para las compañeras, trabajadoras sociales o no, que estáis trabajando para proteger a las personas sin hogar y para quienes estáis en centros residenciales, viviendas tuteladas, etc. de distinta índole tratando de mantener la normalidad y sosteniendo a las personas que allí se encuentran confinadas. Os tengo en mis pensamientos cada día.
El resto no podemos convertirnos agentes de contagio. No es una competición por el título de héroe social del año. No es mejor profesional quien más se expone, quien más arriesga su integridad física porque, entre otras cosas, arriesga también la de los demás. Hemos ser capaces de encontrar las maneras de hacer nuestro trabajo sin contribuir a que España se convierta en Italia. Por favor.
En segundo lugar, re-conocer. Reconocer el trabajo que otras profesionales realizan y tratar de comprender los infiernos que puedan padecer. La empatía y la comprensión redundará en una mejor atención a la ciudadanía. Todas estamos sobrecargadas, todas estamos agobiadas. Lo hacemos lo mejor que podemos, estoy segura. Ese reconocimiento es un prólogo al giro que Alfonsa Rodríguez y Libertad González proponen en un magnífico artículo muy reciente. Se titula El trabajo en red colaborativo: Desafíos y posibilidades. Ellas proponen la creación de contextos de colaboración en los que poder crear no solo un espacio de contención y reconocimiento mutuo, sino una mirada conjunta del caso y sus posibilidades. Te animo a su lectura reposada.
En tercer y último lugar, cuidar-nos. Eso que con tanto empeño tratamos de procurar a las personas que atendemos y que tan poco nos procuramos a nosotras mismas y a nuestras compañeras. Dice Nuria Varela que la ética del cuidado, seguida por las mujeres, consiste en juzgar teniendo en cuenta las circunstancias personales de cada caso. Está basada en la responsabilidad por los demás. Ni siquiera se concibe la omisión. No actuar cuando alguien lo necesita se considera una falta. Esta ética entiende el mundo como una red de relaciones y lo importante no es el formalismo, sino el fondo de las cuestiones sobre las que hay que decidir. Si la nuestra es una profesión feminizada, aprovechemos los saberes que atesoramos escondidos en los pliegues de nuestro interior. Es un buen momento para acercarse a Carol Gilligan.
Finalizo esta larga entrada con un regalo para quienes ejercéis liderazgo en los equipos. Os adjunto un precioso relato de Silvia Navarro, del que extraigo este fragmento: Después de un intento fallido de acompañar en su viaje en globo de regreso al Mago de Oz, al fin, también Dorothy consiguió su deseo de regresar a casa, cuando la Bruja buena le explicó que sus zapatos de plata tenían el poder mágico de llevarle adónde ella quisiera ir. Sólo tenía que unir los tacones tres veces seguidas y repetir con los ojos cerrados: “se está mejor en casa que en cualquier sitio”.
Pero, como sucedió con sus amigos, también en el caso de Dorothy, el verdadero poder y la magia no estaban en los zapatos sino en su interior, en el valor y la confianza en ella misma que había atesorado durante su particular odisea. De haber sabido que sus zapatos eran mágicos, seguro que Dorothy podría haber regresado a su hogar mucho antes, pero entonces sus amigos nunca hubieran encontrado el cerebro, el corazón y el valor tan deseados, ella no habría vivido una aventura extraordinaria que la transformó y la hizo crecer, y esta historia no existiría.
4 Comentarios
Reconfortante, revitalizante, tranquilizador y esperanzador es lo que evoca tu reflexión.
No estoy habituada a la atención telefónica.
A palabras sin miradas… sin comunicación no verbal… Intenté adiestrarme en “lo presencial”. Y lo conseguí…
Me resulta difícil transmitir calidez por un aparato electrónico con sus interferencias de red…
Pero… en tus reflexiones, he encontrado la clave en una sola frase:
“….en el estar.” “ …..El modo de estar presentes es lo de menos, lo importante es estar”.
Gracias compañera. Un abrazo.
Eva
Hola, compañera, todas estamos más o menos igual, yo es que creo que estamos ante un falso debate, estoy pensando si profundizar en esto en una nueva entrada o no, pero temo los tomatazos… Un abrazo y muchas gracias por comentar.
Buenos días Belen:
Si me das tu permiso, estos dos párrafos te los copios:
«Somos esenciales, el gobierno así lo ha decretado. Fantástico. Demostrémoslo, no solo en nuestro trabajo con la ciudadanía del que no albergo ninguna duda. Es la hora de la profesionalidad con mayúsculas, del compañerismo, es decir, de la colaboración y coordinación en pro de la ciudadanía ¿Cómo? En primer lugar en el estar».
«Es vital estar presentes. Acompañar, gestionar y tramitar. No me cabe duda de que así se está haciendo. El modo de estar presentes es lo de menos, lo importante es estar. Ni héroes ni villanos. Atendiendo vía telefónica durante el confinamiento y aparcando la presencialidad solo en los casos en los que sea estrictamente necesario. Estrictamente necesario digo».
Toda la entrada muy oportuna, me leeré los articulos, que enlazas, tranquilamente.
Un abrazo. Cheli
Gracias apañá, todo tuyo. Un abrazo fuerte.