Madrid

Madrid es una ciudad que se quiere poco, mucho menos de lo que debería. Frente al narcisismo contumaz de los habitantes de otras capitales, que alardean de no viajar porque afirman que la suya ya es la ciudad más bella del mundo, muchos madrileños se pasan la vida diciendo que esto es un asco y que se van a ir, aunque nunca se vayan. Madrid es una ciudad muy hermosa, una urbe inmensa, con grandes edificios, con amplias avenidas, con parques antiguos y muchísimos árboles, y sin embargo, seguimos escuchando a diario las célebres tonterías del secarral y del poblachón manchego. Todos los días alguien se burla del Manzanares porque no entiende nada. Que el verdadero río de Madrid es La Castellana y su virtud suprema es la velocidad. Que su patrimonio más valioso es su espíritu de resistencia, la feroz determinación con la que se aferra a la vida hasta en los momentos peores, que los hemos tenido, y han sido muchos, y muy malos.

Almudena Grandes

Madrid me conecta con la joven que fui. Pasear por sus calles, siempre bulliciosas, beber en sus bares o entrar a sus librerías son placeres que cada año trato de procurarme, como un ritual. La villa es siempre la misma y es diferente cada vez que la visito. No hay ninguna ciudad en el mundo que se le parezca lo más mínimo. Madrid me gusta tanto que ni siquiera echo de menos la idea del mar cuando estoy allí.

Con este preámbulo, la invitación a ponenciar en el VII Congreso de trabajo social de Madrid me produjo una mezcla de euforia y terror. Ponenciar con las dos compañeras de mesa que me tocaron en suerte, Teresa Zamanillo y Miren Ariño, palabras mayores.

En palabras del presidente del colegio, Daniel Gil, el objetivo de este congreso ha sido lanzar un mensaje de reflexión a todas/os las/os profesionales sobre cuáles son las herramientas que queremos y necesitamos conocer y emplear para lograr el Trabajo Social con el que hoy en día soñamos. En relación con el lema y contenido de este Congreso, cabe mencionar, que las herramientas de trabajo son algo que se usa para facilitar la realización de una actividad. Nos gustaría destacar, que curiosamente, la palabra herramienta proviene del neutro latino “ferramentum” que es de género neutro.

La mayoría de los neutros pasaron en las lenguas romances a masculinos, pero en algunos casos se pasaron a femenino como es el caso de la palabra “herramienta” que es una palabra femenina que aglutina el conjunto de herramientas, esto nos hace relacionar aún más el lema y conceptos sobre los que girará este Congreso con nuestra profesión que eminentemente femenina.

El nivel del congreso ha sido espectacular. Comenzó el jueves Boni Cantero con su propuesta para un trabajo social ético. De ella extraje la idea de dejar de hacer. Posteriormente tuvo lugar nuestra mesa, en la que Teresa Zamanillo hizo un repaso a los orígenes de la profesión y reivindicó, una vez más, la importancia de la ideología en la epistemología y el desempeño profesional. Por su parte, Miren Ariño describió el giro epistemológico hacia una praxis proactiva en la que viene tiempo trabajando. Yo traté de evidenciar las dificultades para un ejercicio emancipador en el contexto neoliberal actual y como manejarnos ante este panorama.

Por la tarde contamos con dos mesas de altura. La primera, sobre herramientas técnicas donde pudimos disfrutar de Izaskun Ormaetxea, del laboratorio IOK de trabajo social. No creo que haya nadie en este país con mayor experticia en instrumentos que el laboratorio de Izaskun y Lore. Cerró el jueves un espacio crítico sobre el poder, con la presencia de Daniel Bernabé, Patricia Bezunartea, Gema Gallardo y Ania Pérez de Madrid. Ania estuvo brillante con su propuesta Repolitizar el trabajo social.

El viernes por la mañana Enma Sobremonte nos dejó boquiabiertas con su intervención sobre el trabajo social como ciencia. Me encantó. Tanto que fotografié todas las diapositivas para repasarlas. Enma Sobremonte es, junto con Teresa Zamanillo y algunas compañeras más, una referencia imprescindible en el trabajo social español.

Posteriormente asistí a la presentación del informe social para la valoración de apoyos que han diseñado Belén Novillo y Marta Cubero, que mencioné en la pasada entrada. Contaron con el apoyo de dos de las personas con discapacidad que lo han traducido a lectura fácil. Fue emocionante presenciar su exposición porque lo explicaron con rigor, inteligencia y claridad, tanta que ya la quisiéramos algunas para nuestras intervenciones.

En definitiva, fue uno de los mejores congresos a los que he tenido la oportunidad de ir. Quiero desde aquí agradecer de nuevo al comité científico la invitación. Quiero también dar las gracias al colegio de Madrid por habernos hecho sentir en casa, especialmente a Belén Novillo y Marta Cubero. Y quiero, por último, agradecer a las lectoras y lectores del blog el detalle por acercaros a saludarme en el congreso. Me hizo muchísima ilusión, no os imagináis cuánta...

Este congreso me reconectó con la profesional que cada día aspiro a ser. Me traigo la libreta llena de apuntes que se convertirán en entradas. Es mi intención ir desgranando sus contenidos la próxima temporada incluyendo mi intervención una vez sea publicada.

Como me sucede cada vez que me marcho de Madrid, en cada cierre de temporada bloguera me invade la nostalgia y el alivio. Nostalgia porque el blog es parte de mi vida y ya no puedo vivir sin él. Alivio porque este ritmo de escritura requiere descanso para recargar pilas y leer nuevos libros que me permitan volver con contenidos que te interesen, te atraigan, te remuevan. O como diría Esperanza Gracia, que te inquieten, te atormenten, te perturben... Esa es mi intención cada vez que me siento a escribir en este salón de esta casa del Cuéntame de la que también me toca despedirme.

Te espero en septiembre.