Suelo salir temprano a trabajar para evitar el tráfico de la autovía que me lleva hasta Almería. Normalmente llego pronto al garaje que alquilé para evitar el tedioso ritual de las cien vueltas buscando aparcamiento. Mientras camino deprisa hacia el trabajo me pongo los auriculares para terminar de escuchar Hoy por hoy. Voy pensando en mis cosas con la cabeza gacha para evitar el contacto visual que a esas horas no ando yo muy interactiva. Ensimismada y protegida por mi aislamiento ocular y auditivo me dirigía, todavía de noche, por la calle casi vacía hacia el Instituto Almeriense de Tutela cuando un chico me llamó la atención.
Casi me asustó porque se me acercó a una distancia más próxima de lo habitual para un desconocido, supongo que al comprobar que no lo oía. Era un chico de unos treinta años y aspecto completamente normal, posiblemente uno entre quienes nos dirigimos a las muchas oficinas de la Diputación de Almería, sin embargo me preguntó con la cara completamente desencajada y una bolsa apretada entre sus manos ¿Podrías darme algo de dinero? Llevo varios días durmiendo en la calle y lo estoy pasando fatal. Me dejó helada.
Tan helada que en ese momento se me pasaron cuatrocientas cosas por la cabeza y es que la escena me parecía insólita. Mi perplejidad y la prisa que tenía por llegar a fichar me llevaron a contestar lo siento, no llevo nada. Llevaba efectivo, incluso monedas, pero no le dí nada. Tampoco le hubiese solucionado mucho y tenía prisa. Además era todo tan extraño, no tenía pinta el chico de vivir en la calle.
Apreté el paso y comencé a sentirme mal. Tendrías que haberle dado algo, me decía, tenía pinta de estar pasándolo mal, me decía ¿Por qué no le he dado nada? me preguntaba cada vez más cabreada conmigo misma Se veía muy desesperado ¿Qué importaba perder dos minutos de fichaje? ¿Qué me importa a mí qué le haya llevado a la calle? ¿Quién soy yo para juzgarlo por uno o dos ridículos euros que es lo que le habría dado?
El chico parecía desesperado y seguramente le hubiese reconfortado encontrar algo de solidaridad callejera en esa fría mañana de invierno y yo, trabajadora social roja, reivindicativa, combativa y anticapitalista, embutida en mi abrigo, con las manos en los bolsillos y pertrechada con mis auriculares, no le dí nada. Todavía recuerdo su cara y la bolsa que apretaba entre sus manos.
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13 Comentarios
Me encanta que nos muevas a la reflexión. siempre me quedo con ganas de más y sobre todo de ganas de debates en persona. Graciasssssssss
Sí, amiga, la cuestión era mover a la reflexión desde una experiencia muy personal. Gracias, como siempre, por comentar.
Temazo…. a mí como a todas me interpela duro. Yo lo resolví o lo resuelvo tomando una decisión además de ejercer con consciencia, milito en organizaciones que defienden los derechos humanos y la dignidad , intento responder sin excusas, mirándoles para que al menos conmigo no sean "los nadies". A veces me pasa que la gente que me rodea me cuestiona…. tu que eres TS que les defiendes, o, claro es porque lo van a gastar en bebida…. intento no juzgar. Eso sí como vayan con menores… les suelto un "chapon", les invito a los Servicios Sociales aún sabiendo que desgraciadamente no van a dar mucha más respuesta que un parche, les aviso de lo que voy a hacer y llamo a la policia… esto por suerte no me ha pasado más que 4 veces
Muy de acuerdo, compañera, es un tema bien peliagudo. Yo también opté por ponerme mis "normas" aunque este chico me dejó tocada, no sé bien por qué. Gracias por comentar.
Es cierto, Pedro, pero también se puede observar desde otra perspectiva, y es cómo articular la solidaridad ciudadana sin la mediación de organizaciones, y sin caer en la caridad. Opino que es un tema que daría para reflexionar…
Eso mismo pienso yo, Karina, cada vez tengo más dudas con esto de la "limosna". Un abrazo!
Tienes razón, Jaime, no podemos flagelarnos, pero qué mal ¿verdad? Tener conciencia es horrible a veces. Un fuerte abrazo.
Opino lo mismo, es más, cada día estoy más convencida de que habría que redefinir esto de "dar limosna". Un beso fuerte.
Una cuestión peliaguda! Cuántas veces hemos oído eso de "no le des peces, dale una caña"… Pero, no tengo la caña a mano, yo no le puedo enseñar a pescar tan rápido como sería necesario para remediar su hambre… Y otra duda: pide para comer o para beber o para drogas? Al final me quedo fatal. Pero me puse unas normas: puedo dar cuando veo que la persona hace algo para ganarse la vida: canta, toca un instrumento musical, vende pañuelos, etc. Si solo pide , aunque me quedé mal, no le doy nada. Cuántas veces nos sentimos mal por no encontrar un remedio para las personas que vienen a nuestro servicio en busca de ayuda? Y a veces hasta se lo daríamos de nuestro bolsillo… Pero, sería etico? ofensivo? En fin: peliagudo es este tema.
Un viejo debate… ¿Dar o no dar? ¿Sirve para algo dar limosna? ¿Total, qué te hubiera costado?… Las respuesta a estas preguntas puede hacerse desde la razón y todos sabemos la respuesta. Pero… son situaciones que nos interpelan principalmente a nivel emocional y ahí las cosas son distintas, pues se pone en marcha un mecanismo inherente al ser humano: la compasión. Por eso nos sentimos mal cuando no damos y tanto bien nos hace a nosotros el dar. Porque más allá de las consecuencias (buenas o no, nunca lo sabremos…) para el destinatario, lo que está en juego en la limosna es el bienestar emocional del que la da. Y por eso el camino de la caridad a la ciencia, de la limosna a los derechos es tan lento y tortuoso. Un abrazo, Belén.
Me he sentido muy identificada contigo. Te quiero Belén! Intento ayudar económicamente al.que me.lo pide en un ejercicioede justicia distibutiva que intento hacer, pero en Madrid hay demasiada gente que me.encuentro y esa sensación cuando no doy nada, y la.csnridad de.justificaciones.mentales que una se hace..si totalmente identificada. Claro que sirve, sirve cuando estás desesperado, sirve emocionalmente como bien has descrito, ver solidaridad y no que todo el.mundo haga cómo que no te ve, que es.lo que me dice la gente que está en calle. (Desde que lo.aprendi intento contestar al.menos a sus saludos, mirarles y sonreír.) Y sirve cuando no.tienes. para.comer e incluso para tomsr.un.trago que te ayude a aguantar lo que estás viviendo ( ( espero no escandalizar a muchas colegas) y aun así,claro que muchas veces he dicho que no, y luego me carcome la conciencia. Un abrazo grande Belén ! Gracias por tu honestidad!
Nos metieron tan en la cabeza (o por lo menos a mi) en la carrera esa frase de "la limosna es contraproducente", que ya nuestra respuesta es casi automática. Aunque también es verdad que, como dices, "depende de cómo te pille el cuerpo", y tan de por la mañana se lleva puesto el automático como para hacer un juicio rápido.
Con lo de "todavía recuerdo su cara y la bolsa que apretaba entre sus manos" me has hecho recordar algo que todavía me duele cuando lo pienso… Hace casi 10 años volvía de Córdoba en un media distancia, de esos que antes costaban unos 8€, y un asiento cercano iba un hombre con varias bolsas, los ojos rojos y secándoselos, como si tuviese alguna infección, y una pulsera de esas que te ponen en urgencias. A mitad de trayecto pasó el revisor, le pidió el billete, o que lo comprase a bordo en ese momento, pero el hombre no hablaba castellano. Al final lo hicieron bajarse en una estación de un pueblecito en medio de la nada (Peñaflor puede que fuese). Recuerdo al hombre en el andén mirando hacia dónde caminar, y se me acaba de venir la misma sensación que se me quedó en el cuerpo de "por unos míseros 8€ le podría haber pagado yo el billete, podría haber llegado a Sevilla y por lo menos habría albergues".
Pero también es verdad que no podemos ser siempre los mismos quienes "arreglemos" las cosas, por mal que nos sintamos…
Me pasó lo mismo y aún recuerdo su cara… Demasiadas veces hemos oido y dicho que no hay que dar "limosna". Tantas, que nos lo creeemos. Para reflexionar.