Ante personajes tan entrañables como el juez Calatayud juega una con desventaja y se ve en la obligación de manifestar una y otra vez que no tiene nada personal en contra de este señor (sí de la deriva que han tomado sus manifestaciones) y de insistir en el hecho de que en general es positivo que la judicatura baje a la realidad y opine sobre temas diversos.
En principio nadie podría objetar la entrada de Calatayud sobre el africanito. Es una historia triste, muy triste. Un ejemplo desgarrador de las crueles políticas de los gobiernos de occidente y una llamada a la conmiseración ciudadana. La entrada es, para la inmensa mayoría de personas que la lean, moralmente incontestable. Ese es el problema. Como en la mayoría de sus escritos, incurre en soluciones simples ante problemas complejos y destila una carga ideológica que suele pasar inadvertida.
Porque, en primer lugar, el autor pone al niño africano como ejemplo. Un niño que merecía entrar en Europa y dar en nuestro continente lo mejor de sí mismo. La meritocracia como condición ¿Y si se tratase de un niño africano y ni-ni a su vez? ¿Hubiera merecido nuestra conmiseración? ¿No es la declaración universal de los derechos de las niñas y niños para todos? ¿No lo son las leyes internacionales que debieran proteger a la población migrante? Quizá los barcos de rescate como Open Arms debieran preguntar antes de rescatar a quienes luchan a manotazos por su vida en el agua.
En segundo lugar, los ni-nis. Una odiosa y simple categorización de las muchas sobre las que suele pontificar el juez, asunto que ya traté en una
entrada anterior y sobre el que se han posicionado otros profesionales, como el profesor Daniel Poyatos Soguero (twitter @dani_elprofe88) en
Desmontando a Emilio Calatayud, entrada publicada en un periódico tan poco sospechoso como el Huffington Post. Gracias, Daniel.
En tercer y último lugar, el niño que venía de Malí murió por culpa de la vulneración sistemática de los tratados y las leyes internacionales que nuestro juez conoce mucho mejor que yo. No hubo un barco que lo pudiera rescatar. El incumplimiento de las leyes por gobiernos indignos es lo que condena a las personas migrantes a morir en el mediterráneo. A todas. Al africanito y al resto. Eso es lo que debiera haber denunciado Calatayud. A fin de cuentas él es el experto. En leyes, digo.
Hoy quiero hacer dos dedicatorias:
La canción, que dedico a la memoria de las personas que se dejan la vida en el mediterráneo buscando un futuro mejor,
y la entrada
a Mar y María, dos profesionales como la copa de un pino que,
como la gran mayoría de gentes de los servicios sociales, dan lo mejor de sí mismas cada día.
6 Comentarios
¡Ay, compañero! Tengo colegas que incluso piden que sus ayuntamientos lo traigan a dar charlas. Poco nos pasa. Un abrazo virtual.
Hola Belén! Soy Daniel Poyatos, muchas gracias a ti también por expresar lo que muchos pensamos. Qué pena que cale el mensaje del juez en los profesores. Imagina mi cara cuando un compañero me recomienda sus vídeos. No sé dónde meterme ?
Como bien apuntabas en el grupo de whatsapp, jjajajaja, sí, este hombre tiene un discurso tremendo, pero a mí me escandaliza aún más cómo se quita de enmedio el problema de las políticas de inmigración "Dios nos perdone a todos por no evitar esta tragedia". Mirusté, sr. Calatayud, yo no soy culpable de que la gente se ahogue así que Dios no tiene nada que perdonarme.
Un beso enorme.
Justo, cuñao, ya lo he dicho y he quedao como un rey…
Ver las lágrimas del papa Francisco al ver un trozo de concertina.
Las lagrimas no son la solución. Tras el llanto hay relajación,…
¡Que reconfortado te quedas!
Olvidas, y a otra cosa mariposa
Bravo Belén, totalmente de acuerdo con tu comentario, me indigna que el mensaje prevaleciente para ser aceptado sea la meritocracia (la condicionalidad presente en todo).