Hoy quiero escribir sobre lo que entiendo como una peligrosa deriva en el trabajo social hacia lo que he decidido denominar cuñadismo en trabajo social o trabajo social cuñao. Esta deriva no es solo fruto de una apreciación personal, que también, sino consecuencia de lo mucho que me hizo reflexionar la ponencia de Luis Barriga:
El sexto sentido en Trabajo Social que cerró el XI Congreso de Trabajo Social, celebrado en Zaragoza en 2009.
La ponencia, cuya lectura no me canso de recomendar, pretendía presentar la situación en la que se encuentra el Trabajo Social hoy poniendo de manifiesto las traiciones a los principios básicos de la intervención social que se están cometiendo. Plantea también la necesidad de supervisión, de establecer verdadera reflexión sobre la acción y de profundizar en nuevos contenidos epistemológicos y métodos que sirvan para que el Trabajo Social recupere las esencias de una profesión que está en un serio peligro de quedar desleída en la acción cotidiana.
Dos de las traiciones a las que se refería Luis Barriga eran la desideologización de la disciplina y la sustitución del posicionamiento crítico por el posicionamiento criticón. Estas dos traiciones a los principios de la intervención profesional son las que, a mi juicio, han dado lugar a la aparición del trabajador social cuñao. Posiblemente habría un término más exacto y riguroso para definir esto, pero ¡Es tan difícil no sucumbir a los encantos de la neolengua! Pasa lo mismo que con la neopolítica, es difícil no sucumbir a sus encantos, como con todo lo neo.
Conscientemente uso el término masculino porque no sería justo venir ahora a hablar con perspectiva de género cuando lo que me propongo es arrojar un cubo de vergüenza ajena a algunos profesionales. A lo que iba. El trabajador social cuñao es una sub-especie profesional, cuyo hábitat es, predominantemente servicios públicos de distintas áreas del bienestar social, cuyo nombre proviene de ciertas costumbres tales como:
- Evaluar negativamente hábitos de clientes como fumar tabaco marca Marlboro o similares, especialmente si reciben ayudas económicas provenientes de la institución donde éste trabaja.
- Culpar a algunas familias de su situación por mantener una administración económica supuestamente desorganizada.
- Ponerse como ejemplo a imitar, sobre todo en cuestiones económicas.
- Dar instrucciones a las familias o personas usuarias, normalmente comenzando la orden con la frase lo que tienes que hacer es...
- Juzgar la validez de iniciativas de política social teniendo en cuenta los efectos colaterales que éstas puedan producir y no el impacto general sobre la población. Un ejemplo de esto es el programa de dispensación de metadona a personas con problemas de drogas o las rentas minimas de inserción.
- Considerar a la clase política tonta por implementar medidas sin tener en cuenta a los que estamos en las trincheras. Esto es la resultante de no diferenciar intervención social de política social. Un clásico.
- Creer que ninguna institución, partido político o colectivo está a su altura.
- Abogar por la tecnocracia.
Podría continuar el listado, pero creo que con estos ejemplos podemos hacernos una idea del asunto ¡Ojo! No nos confundamos: el trabajador social cuñao no es necesariamente alguien de edad avanzada ¡Qué va! Yo he visto trabajadores sociales cuñaos muy jóvenes ¡hasta con rastas! Y es que la rasta no hace al listo (antes de la llamada posmodernidad tampoco hacía al tonto), mucho menos al profesional entregado, pero esas son también cosas de la posmodernidad, como decía, a debatir en otra entrada en el apartado y tal del blog, que me apuntó una lectora con cierta ironía.
¿Y por qué ha aparecido esta sub-especie en nuestro panorama profesional? Luis Barriga lo explica muy bien en su ponencia, pero yo me lanzo a dar mi propia versión. En primer lugar, por una cuestión que está fuera de la órbita de la profesión y es que el relato neoliberal ha ganado la batalla. Por mucho que tratemos de pensar en términos científicos y por mucha evidencia que podamos leer en contra, la exclusiva asunción de responsabilidades al individuo, es decir, endilgarles el muerto, es una batalla ganada por el neoliberalismo y se ha filtrado por los poros de la disciplina, no hay más que detenerse en dos ejemplos: el primero, la obcecación en mantener rentas condicionadas a la inserción en momentos en que el contexto social lo hace casi imposible, o en configurar los servicios sociales como algo meramente prestacional (véase el proyecto de ley de servicios sociales de Andalucía). El segundo: el boom del emprendimiento en trabajo social. Que quede claro: no estoy en contra de las políticas de inserción ni del emprendimiento, pero sí de la filosofía sobre la que se cimentan.
Por otra parte, y esto no es exclusivo del trabajo social, los operadores en intervención social cada vez estamos más alejados de la perspectiva macro social. Directamente, es que no nos interesa. Equiparamos la comprensión de los procesos sociales a la política. No nos damos cuenta de que gobernanza, gestión e intervención social son los hilos que trenzan la cuerda. Inseparables. La intervención social no es más que la operativización de lo anterior ¿Cómo trabajar con perspectiva científica en lo micro, si no entendemos los procesos macro?¿Cómo es posible intervenir con una familia en proceso de exclusión que compra una tele de 48 pulgadas sin tener en cuenta, por ejemplo, la presión del contexto en el que viven, la sociedad de consumo postindustrial?
Yo también me convierto, en demasiadas ocasiones, en una trabajadora social cuñá. Por eso trato de situarme y resituarme desde una perspectiva científica, esto es, desde la complejidad del ser humano. No siempre lo consigo, por eso debo permanecer alerta. Y leer. Leer mucho. Ahora estoy con Zygmunt Bauman. Los libros son mi tabla de salvación, porque me niego a participar en el juego de los ricos listos y los pobres tontos, los que han estudiado y los que no, los que hacen las cosas bien y los que no, porque las cartas están marcadas, la partida está trucada ¿o no?
PD.: Quienes queráis leer relatos alternativos (e izquierdosos) de la realidad, no dudéis en seguir el
blog de Jorge Matías, El Yayo No os defraudará. También podéis seguirlo en twitter: @El_Yayo
8 Comentarios
Empezaron con los primos, pero como yo no era, no me preocupé
Siguieron con las suegras, pero como yo no era, a mi plin
Ahora con los cuñaos, y me jode, vaya que si.
Necesito lecturas alternativas…acabo de llegar a la atención primaria…y tengo la sensación de que va a acabar conmigo…necesito ciencia que avale mi sentir. Llevo un tiempo leyéndote Belén, y me veo muy ennsintonía con tus planteamientos, pero no consigo llevarlo a la práctica, sin que me tachen de asistencialista.
Necesito lecturas alternativas…acabo de llegar a la atención primaria…y tengo la sensación de que va a acabar conmigo…necesito ciencia que avale mi sentir. Llevo un tiempo leyéndote Belén, y me veo muy ennsintonía con tus planteamientos, pero no consigo llevarlo a la práctica, sin que me tachen de asistencialista.
¡Muchas gracias por comentar! Otro para tí.
Ains Belén que verdades tan grandes. ¿Porqué nos dejamos caer en el cuñadismo? Me cuesta pero creo que lo consigo también leyendo es la única manera de no caer en esto y en muchas creencias erróneas y cancerígenas mas. Un saludo
¡Me lo apunto, pues! Muchas gracias por comentar, un abrazo desde la esquina de la península.
para ver realidades alternativas a esta vision neoliberal a mi me sirve leer a Manfred Max Neef y su economia a escala humana, y no es dolo una teoria económica. Digamos q es mi vacuna para lo q cuentas en ti articulo. Aunq es veradá q a veces caemos en el cuñadismo si lo estamos atentos.
para ver realidades alternativas a esta vision neoliberal a mi me sirve leer a Manfred Max Neef y su economia a escala humana, y no es dolo una teoria económica. Digamos q es mi vacuna para lo q cuentas en ti articulo. Aunq es veradá q a veces caemos en el cuñadismo si lo estamos atentos.