5 diferencias entre el trabajo social y los servicios sociales
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
15 de octubre de 2016 / 15 Comentarios
El blog de Belén Navarro
15 de julio de 2020 / 10 Comentarios
El párrafo es un fragmento de la novela Lectura fácil, de Cristina Morales. Se trata de un libro que ya recomendé el año pasado. A través de la vida de cuatro hermanas describe el mundo de la discapacidad y la tutela de personas adultas con sus muchos errores. Algunos de ellos pendientes de corrección tras la firma por parte de España de la Convención de Nueva York en 2008. Ya huele.
Leo con satisfacción en eldiario.es: El Consejo de Ministros aprobará este martes un anteproyecto de ley para avanzar en la inclusión de las personas con discapacidad y su capacidad de decisión: elimina la tutela, la patria potestad prorrogada y rehabilitada y sustituye la incapacitación por los apoyos. Esta idea representa un giro de 180 grados en lo referente a la tutela de personas adultas. Es un cambio radical en el sentido literal porque hay que cambiar de raíz todo el andamiaje jurídico y social comenzando por nuestros propios esquemas mentales. Me refiero al de las personas profesionales: profesionales de ayuda, jueces, etc.
Dice otro artículo, esta vez de la revista Contexto y Acción, que las personas que presten apoyo al discapacitado deberán actuar, no ya “en interés” de éste, sino atendiendo a su voluntad, deseos y preferencias. Es decir, decide él, con ayuda. Fue este último artículo el que me llevó a sentarme en el ordenador y escribir esta entrada. Me puse a darle vueltas gracias a una frase que aparece en su título: Derecho a equivocarse. Derecho a equivocarse pero ¿De quién?
De las personas con discapacidad, claro. Explica el artículo con mucho acierto que las personas sin discapacidad reconocida podemos desde hacer compras absurdas pasando por dilapidar nuestro patrimonio hasta casarnos con personas equivocadas o tener hijos que no cuidamos adecuadamente. Se supone que todo esto forma parte de nuestra libertad personal, en cambio a las personas con discapacidad —máxime si están incapacitadas— hasta ahora ni siquiera se les ha permitido elegir donde vivir. Ni eso ¿Por su superior interés? Puede. Sin embargo opino que entran en juego otras variables con un mayor peso específico.
Francisco Idareta y Alberto Ballestero las explican muy bien en el artículo Ética, paternalismo y burocracia en trabajo social. Es un texto del que he hablado en otras ocasiones e invito a leer. Por mi parte me limitaré a señalar una de esas variables: el pánico de quienes ejercemos la tutela a dar libertad a las personas tuteladas y que éstas acaben haciendo cosas que desemboquen en un problema para nosotras. Es así de simple. Y de triste.
Estos miedos acaban derivando en acciones profesionales que rayan el abuso de poder. Por eso comenzaba la entrada con la pregunta Derecho a equivocarse pero ¿De quién? De las personas con discapacidad, es obvio. Y también de los profesionales de ayuda. Tenemos derecho a equivocarnos con la consecuencia de que las personas tuteladas hagan cosas. Hemos de comenzar trabajándonos el principio de autonomía y los derechos de las personas que atendemos. Debemos continuar articulando los mecanismos para transitar del superior interés del incapaz a sus deseos, valores y preferencias. Tendremos que prepararnos además porque no nos lo van a poner fácil. Sinceramente dudo mucho de que la judicatura deje de actuar a mamporrazos con los tutores físicos o jurídicos. Pero eso, amigas y amigos, es otra historia.
10 Comentarios
Como en tantas otras ocasiones un gusto y un placer leerte.
(Me encanta Kevin Johansen)
Feliz verano
El gusto es mío. A mí también me gusta mucho Kevin Johansen. Un abrazo grandote y a descansar, que te lo has merecido.
Enhorabuena por tus siempre oportunas y refrescantes reflexiones sobre el quehacer profesional. Gracias compañera
Gracias a ti por comentar, y feliz verano. Supongo que por algún lugar de la costa granadina…
Gracias por tus reflexiones. Encontrar el equilibrio en las actuaciones es complicado y se impone contar con opiniones contrastadas. En cierto modo, eres nuestro «APOYO». Puede que nos cueste encontrar el modo de lidiar con las limitaciones (hablo de las nuestras: personales y profesionales) pero nos conectas con la visión de personas expertas entre las que te encuentras. En el pasado conocer la obra del profesor Sánchez Alcón (escuela de pensamiento libre) me ayudó a trabajar en la recuperación del derecho de voto de Víctor Díaz
https://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2014/03/02/discapacitados-votar/1085585.html.
¡Me encanta que compartas conocimiento! Voy a echarle un vistazo.
Belén! Una entrada magnífica. Siempre nos haces reflexionar y que mejor que con nuestra propia praxis. Generalmente los profesionales pasamos cosas por alto y olvidamos centrarnos en los deseos y libertad de las personas…
¡Muchas gracias, preciosa! Es la intención del blog.
Muy bueno Belén. Sigue por ahí, desbrozando las practicas erróneas que, por invisibles, hacen tanto daño a las personas.
Gracias, maestra. Así lo haré…